domingo, 24 de octubre de 2010

Desde que uno cruza el umbral de colegio, uno siente escalofríos, uno siente que le miran,que le ve quién  el no ve.Se sorprende yendo a paso ligero por pasillos que se abren a múltiples clases, dormitorios y salas de juegos.Uno cree escuchar niños corriendo por los pasillos, teléfonos y televisores.Los muelles de las camas todavía suenan y uno se para a dar un interruptor,como el que da al botón de devolución de las cabinas aunque no hayas echado nada.La tentación es demasiado grande.Alberto y yo sabíamos que nos miraban y conocíamos los límites:no tocar nada.
  El orden en que el tiempo ha dejado el colegio hoy es único,  los vándalos que aún no han estado aquí han llegado demasiado tarde.Los que han estado se han llevado lo que sobraba.Hay armonía.Hemos congelado instantes únicos.El que quitó el poster, el que tiro la silla a la piscina o el que esparció los libros por las mesas, han contribuido mucho más que yo a estas fotos.El que dejó el teléfono para el siguiente cuatrero, o tal vez quién lo instaló tan concienzudamente, han sido mis aliados.No hay un solo espejo roto,curiosamente.Debe dar muy mala suerte romper tu propia imagen en un sitio así.
¿Cómo puede haber tanto orden en el caos?Somos los protagonistas de una película en la que todo ha sido cuidadosamente destrozado.A cada paso, a cada capítulo nos sorprenden más detalles.Nos hallamos transportados a la capilla,la pista de squash, las caballerizas y los mil y un salones.Hay televisores, sofás,y la lista de tareas de la señora de la limpieza para el 21 de Mayo.No escribió el año.¿Para qué?Ella sabía que no era importante.Era el último,y esto no hay número que lo resuma.Hay posters, cuadros, colchones y escritorios,!y hasta un cine!No entiendo que tantas cosas útiles hayan sido abandonadas, no lo se,quizás su utilidad simplemente ha cambiado.A nosotros nos han sido útiles.

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